Faro es la capital y la ciudad mas poblada del Algarve. Eso se nota, principalmente, en la mayor cantidad de edificios administrativos y una menor importancia del sector turístico en la ciudad, comparado con otras ciudades de la zona.
Es la sede principal de la Universidad del Algarve y el nudo principal de comunicaciones de la región, el que une las ciudades del este y el oeste de la región y donde conectan prácticamente todas las líneas de autobuses y trenes del Algarve.
Es, también, la ciudad más cercana al aeropuerto internacional, por lo que supone la puerta de entrada a la región de la mayor parte de turistas (si bien es verdad que los que acuden a los complejos hoteleros de la zona de Albufeira suelen ir directamente y no suelen ni atravesarla). La verdad es que, en una región turística como el Algarve, el hecho de encontrarse con una ciudad volcada hacia si misma y no hacia el turismo es una variante casi curiosa, pero necesaria.
La vida en Faro va, en muchas ocasiones, al contrario que en otras ciudades de la región -con las escasas excepciones de Loulé o Portimao-. Es decir, el verano es la temporada baja, en la que los estudiantes de la Universidad han abandonado la ciudad y las calles comerciales han reducido su número de visitantes. Los turistas la visitan ocasionalmente, pero solo aquellos que tienen ciertas inquietudes culturales o geográficas, ya que no es una ciudad para los visitantes que buscan sol y playa.
Faro destaca, principalmente, por cuatro cosas: la marina, la zona comercial que rodea el norte de la ciudad antigua, la ciudad antigua y -ya en las afueras- el extremo occidental del parque natural de la Ría Formosa. Faro, en su casco urbano, no dispone de playas; si bien es verdad que en las afueras hay una zona a la que se denomina Playa de Faro, a la que se llega en ferry o autobús. Sin embargo, la ciudad esta limitada al sur por el agua de las lagunas, salinas y canales del parque natural de la Ría Formosa. Esto le da buenas vistas de las islas e islotes cercanas e, incluso, vistas cercanas de aves poco habituales como los flamencos, pero no la hace adecuada para los bañistas.
A Faro se llega fácilmente desde otros puntos del Algarve en autobús o en ferrocarril. Las terminales de ambos medios de locomoción se encuentran muy próximas, junto a la Avenida de la República, en el noroeste de la ciudad. Siguiendo por esta Avenida hacia el sur, aparece la marina, el primero de los puntos pintorescos de la ciudad, donde se pueden contemplar los barcos deportivos y almorzar en algunos de los restaurantes de lujo que la rodean.
Junto a ella, esta el bulevar jardín de Manuel Bivar, que supone el comienzo de una serie de calles peatonales que conforman el centro de la ciudad de Faro y albergan tiendas locales, pero también las sucursales de las principales cadenas de moda del mundo y que suponen -fuera de los centros comerciales- la mayor concentración comercial del Algarve. La zona es agradable para ir de compras, pero también para pasear o sentarse en la terraza de alguno de los restaurantes de las calles del norte de la misma. Tanto los suelos, con los tradicionales adoquines portugueses pequeños de color blanco y negro, como los edificios -la mayor parte de ellos muy correctamente encalados y otros de fachadas con azulejos- están muy bien cuidados y conservados.
El paseo por la zona peatonal de la ciudad -no excesivamente extensa- resulta muy agradable y sirve perfectamente como antesala al descubrimiento del centro amurallado de la ciudad. Faro fue reconquistada a los musulmanes en el siglo XIII, aunque las murallas y las puertas que rodean la ciudad antigua fueron reformadas y reforzadas con posterioridad, por lo que no datan de aquellos tiempos.
El centro de la ciudad es un pequeño laberinto de calles empedradas que van a dar a parar a diversas plazas. La mas grande de ellas es el Largo da Sé, muy amplia y espaciosa y que sirve como entrada a la catedral de Faro, que destaca por su fachada de piedra en la plaza de casas encaladas. La catedral es del siglo XIII- reconstruida en el XVIII- y cuenta con una capilla adjunta revestida con huesos humanos de los monjes de un cercano monasterio que data del siglo XIX y se inspira en la, más antigua y más impresionante, Capela dos Ossos de la ciudad de Évora. No merece la pena visitarla si ya se conoce aquella.
Otros recovecos de la ciudad vieja, y las plazas que se forman en ellos, son especialmente interesantes ya que cuentan con restaurantes y terrazas en las que comer con total tranquilidad en el centro de la ciudad vieja. Destaca la Taberna Modesto, cerca de la catedral, donde se comen fantásticas carnes y pescados a la parrilla hechos al aire libre por un precio muy económico. También resulta bastante agradable pasear alrededor de la muralla en la zona más cercana a la Ría. Hay un pequeño paseo entre la muralla y la vía del tren desde el que se tiene buena vistas de la ría y sus islas, si la marea esta alta, o del lodazal que aparece durante la marea baja.
Finalmente, Faro es el extremo occidental del Parque Natural de la Ría Formosa y uno de los mejores lugares para emprender el viaje para la observación de aves. Incluso, desde el tren de cercanías que rodea el centro de la ciudad, no es extraño, en la época correspondiente, ver flamencos y otras aves poco corrientes. La mejor manera de adentrarse en el parque es contratando alguno de los paseos en barco específicos que ofrecen empresas de excursiones en la zona de la marina y que son la única manera de acercarse a las islas y zonas de aves.
Algunas ideas de cosas que hacer en Faro
Y para alojarse en Faro
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Loulé es, junto con Faro y Portimao, otra de las ciudades comerciales y administrativas del Algarve. Está situado a unos 17 kilómetros de Faro, pero en el interior de la región, y es la capital de un término municipal que engloba también a las localidades costeras de Quarteira y Vilamoura.
Como muchas otras ciudades de la región, Loulé cuenta con un centro histórico en el que existen castillos y murallas y por el que merece la pena una visita. Además, su Carnaval es bastante famoso en Portugal.