Hay muchos turistas que, a la hora de viajar al Algarve, se quedan en las costas despreciando el interior de la región. Es verdad que no hay grandes ciudades, ni poblaciones en el interior, pero quienes han conocido la región dicen que es una parte mas autentica y que permite disfrutar de paisajes y naturaleza que no se pueden imaginar en la costa. Monchique y su sierra son, sobre todo, las zonas mas admiradas en el interior del Algarve, pero no es la única ciudad fuera de la línea de costa que merece la pena.
Silves
A Silves aun llegan bastantes turistas, pese a no estar directamente en la línea de la costa. La verdad es que, quien la descubra, no quedara arrepentido. En el pasado, esta ciudad del interior- situada en la orilla del río Arade, que desemboca en Portimao- llego a ser la capital de la región, con una historia plagada de batallas entre reyes portugueses y ocupantes musulmanes, algunas veces con cruzados británicos de refuerzo incluidos. De aquellos tiempos, aunque sensacionalmente reformado y conservado, nos queda la principal atracción de la ciudad: su castillo.
Silves es un pueblo situado sobre una pequeña colina. En la parte mas alta se alzan el recinto del Castillo y, junto a el, la catedral. Si se observa desde la distancia, se podrán ver también algo mas al oeste del pueblo, restos de murallas y alguna puerta antigua de entrada, pero lo que esta en mejor estado de conservación es, sin duda alguna, el castillo. La escena de la ciudad vista desde la orilla sur del río nos ofrece una estampa muy bonita de casas blancas, coronadas por los muros encalados de la Se (antigua Catedral), con columnas rojizas y el color rojo oscuro del castillo.
Cruzando el puente romano se llega al paseo principal de la ciudad, a orillas del río. Allí están la parada de los autobuses y varios restaurantes con terraza. Desde allí, las calles suben ligeramente en varios recorridos peatonales hasta llegar a la zona de las puertas de la ciudad antigua, desde donde puede accederse en un par de cientos de metros a la Se y el Castillo, ambos situados a muy pocos metros uno del otro. En la zona esta situado también el Museo Arqueológico, en el que se conservan restos de las diferentes etapas de la historia de la ciudad.
El Castillo merece una visita, especialmente teniendo en cuenta que sus murallas están fantásticamente conservadas y se puede hacer el recorrido del perímetro por sus antiguas almenas teniendo muy buenas vistas tanto del pueblo de Silves como de los campos que lo rodean, llegando casi hasta la sierra de Monchique. En el centro, hay un patio rehabilitado con toques modernos, pero muy agradable para pasear; en una de cuyas zonas destacan las excavaciones que se han realizado para dejar al exterior restos de lo que era el castillo en la época de los musulmanes.
Silves es esencialmente turística. La industria del corcho que sobrevivió en la ciudad hasta la ultima década del siglo pasado ya no existe. Pero el tipo de turismo que recibe es limitado y atiende, sobre todo, a la búsqueda de patrimonio histórico y lugares pintorescos. No suele ser frecuente encontrarse con visitantes demasiado jóvenes. Eso supone que, aunque hay una cantidad notable de bares y restaurantes para atenderlos, el ambiente es mucho mas tranquilo que en otras ciudades de la región y el precio es algo mas reducido. Los restaurantes con especialidades de carnes y pescados asados situados en el paseo que se prolonga a lo largo del río son muy recomendables e, incluso, si se busca algo muy barato, en una de las calles que bordean el mercado municipal -una gran nave con puestos diversos y vigas de madera y curioso de ver- hay un pequeño snack-bar llamado Pique-nique, con platos del día a precios muy reducidos. Para comer en lugares más pintorescos, se recomienda la pequeña terraza que hay a la salida del castillo, bajando unas escaleras.
No es fácil llegar a Silves en transporte público. La estación de tren esta a unos tres kilómetros del pueblo caminando por carretera sin aceras y los autobuses que la comunican con el centro pasan con muy poca frecuencia. Si se tiene un poco de ganas, se puede caminar. Hay también autobuses desde Portimao, Albufeira y Armacao de Pera, pero las frecuencias no son demasiadas, especialmente en los fines de semana. Es posible, también, contratar los servicios de algún barco turístico en Portimao que recorre el río Arade hasta Silves, pero sale caro.
Monchique
Monchique es el contrapunto a las playas del sur del Algarve, situado en el interior, a unos 25 kilómetros al norte de Portimao y a unos 80 de Faro, está situado cerca de la frontera norte de la región del Algarve y es una localidad totalmente serrana. No podemos hablar de montañosa, ya que las sierras de Foia y Picota, que la rodean, no tienen una altura especialmente elevada; pero sí que debemos considerarla como una zona rural, con paisajes naturales y vistas muy relevantes, ideal para las caminatas por el monte o para salidas de senderismo.
El pueblo de Monchique es bastante pequeño, pero junto a Silves es el más notable del interior del Algarve, zona bastante despoblada. No obstante, es una visita agradable, especialmente para quienes quieran combinarlo con algún paseo por los bosques que la rodean o una visita a la zona termal cercana de Caldas de Monchique. No suele estar abarrotada de turistas, aunque en verano siempre se puede encontrar alguno que abandona las playas del sur y llega allí en coche.